Adrian Stoica

People & Nature

Dios deja que mis ojos vean con delicadeza
y mi corazón se diluya en Ti.
Enséñame a valorar las cosas pequeñas, esas pinceladas de felicidad.
Me detengo a mirar»de verdad» lo que me rodea.
Los pasos de la naturaleza se exponen:
el invierno nevado es silencioso, da paso a la primavera
que llena el jardín de hojas verdes y de flores perfectas.
En verano brilla más el sol
y en otoño recibimos un regalo colorido.
Traigo a conciencia el momento de ahora
y busco el detalle ahí donde me llena.
El ángel de la muerte
siempre está a la vuelta de la esquina.
Morir es como un pez,
que llega por fin a su elemento y se ve feliz.
He evolucionado. He amado.
Ahora nada parece importante.
Sé a dónde quiero ir:
a pastos verdes bañados por el sol.
 
El soplo se escucha.
Escojo las palabras que rompen mi silencio,
les doy el cuidado que se merecen.
Entre cada palabra está de nuevo el abismo,
lo uso para acogerlas.
Escucho los ruidos de la naturaleza y
silencio un poco mi mente para llevarla a reposo.
Mi alma recoge al universo
y amando me uno a él.
Busco tener compasión
por lo imperfecto,
para así poder perdonar
y ver lo agraciado del otro.
La generosidad es abrir una casilla en el
corazón y derramar un poco de luz sobre 
alguien.
El gesto se queda y también su desenlace.
La vida es eso.